Si es importante el protocolo en el desarrollo de cualquier acto social, en los negocios o en el ámbito oficial, mucho más relevante y necesaria es su presencia en el ritual funerario.
¿Su sentido? Dotar del máximo orden y respeto a los momentos más duros y sensibles a los que tristemente todos tenemos que enfrentarnos tarde o temprano.
Independientemente de las definiciones que podemos encontrar y que en la mayoría de los casos quedan muy alejadas de la realidad, el protocolo surge de las costumbres y tradiciones con la clara finalidad de facilitar las relaciones humanas y dotar de orden y dignidad a cualquier ceremonia.
Desde hace miles de años regula los rituales funerarios en todas las culturas creando un espacio público de despedida donde familiares y seres queridos brindan y reciben el apoyo de la comunidad más cercana.
¿Qué aporta el protocolo al ritual funerario?
Ordena el desarrollo de la ceremonia, el uso de los símbolos y objetos adecuados, marca el respeto a las normas adecuando el rito a cada cultura y crea un entorno de recogimiento que facilita la despedida.
Nos ayuda a dar normalidad a la situación, a saber cómo actuar, cómo vestir correctamente, a elegir la forma de expresar nuestras condolencias, a utilizar gestos y palabras acordes al momento o saber qué lugar ocupar en la ceremonia.
Aunque cada muestra de cariño y de pésame es totalmente personal, para actuar frente a estos sucesos existe un protocolo que varía según la cultura. El saber estar es siempre valorado, pero en situaciones delicadas como ésta se valora el doble.
Ya sabemos qué aporta el protocolo al ritual funerario, pero ¿qué le aporta a los profesionales?
A través de las herramientas protocolarias, tanto los trabajadores como la propia empresa funeraria crean identidad y profesionalidad, establecen el sentido de alteridad, esto es, identidad con “el otro”, mantienen el estado de “normalidad”, orden, respeto a las costumbres, la cultura, principios y valores con los se identificaba el fallecido.
El protocolo se convierte en un elemento de posicionamiento de la empresa funeraria ayudando a transmitir una mejor imagen, a comunicar correctamente y a desarrollar los actos de forma correcta. La diferenciación ya no sólo radica en el precio y el servicio correcto, sino que hay que añadir ese valor diferencial.
Además del servicio funerario en sí, se deben ofrecer valores añadidos: buena imagen, atención personalizada, soluciones individuales. En todo este cuadro de diferenciación es donde el Protocolo tiene mucho que aportar.
Francisco López
Experto en Protocolo Funerario