* Entrevista publicada en el ABC (24/08/2020)
Alfredo Gosálvez, presidente de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios, representa a 11.500 trabajadores que se han dejado la piel semanas atrás en jornadas de extrema dureza que acumulaban 400 ataúdes
Érika Montañés
Actualizado:24/08/2020 13:37h
Muchas informaciones en los últimos meses han comenzado con una frase renqueante: «Ante la falta de medios de las funerarias…». Para Alfredo Gosálvez, secretario general de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef), que agrupa a 11.500 trabajadores en este país, no se puede hacer una aseveración menos justa. La prueba: si en semanas de marzo y abril otros años se trasladan a 75 cadáveres de media, este 2020 difícilmente olvidable había 400 al día en Madrid. No hay sector que no asuma esa carga de trabajo con algunos efectos: «Se ha multiplicado un 500% el trabajo cada jornada. Ha sido una etapa muy dura y hay muchas personas que aún arrastran las consecuencias».
¿Cómo definiría los últimos meses?
Han sido un desafío sin precedentes para este y otros sectores. En Madrid, de forma parecida en Cataluña, Castilla-La Mancha… hay regiones donde se han vivido picos enormes de trabajo. El sector funerario ha puesto al servicio de las empresas más necesitadas todos los medios; las empresas han tenido que reforzar sus plantillas para poder atender las necesidades de todas las familias, que se quedaban al pie de los coches. No daban abasto.
«El traslado de cadáveres por fuerzas como la UME hubiese sido más eficaz si alguien nos hubiese consultado. Lo eché en falta. Nadie nos llamó»
La muerte nos sigue dando mucho respeto en este país, pero podría decirse que se han reivindicado en esta pandemia como un servicio esencial…
Hay un tabú respecto al tema de la muerte. No nos gusta hablar de ello, pero hay que mejorar esa percepción, porque el sector funerario está lleno de gente joven, emprendedora, con muchas ganas de hacer cosas. La pandemia, por otro lado, nos ha obligado a hacer lo que no nos gusta hacer: a todas estas personas que le comento les gusta honrar, acompañar a los fallecidos y las familias, darles el último tributo y eso no se ha podido hacer. Hay ahora mismo en todas las familias una necesidad de duelo que tendrá que ser cubierta de algún modo u ocasionará un grave perjuicio psicológico. Porque esta pandemia ha generado un desgaste psíquico y emocional muy grande, también para los trabajadores del sector funerario. Son profesionales habituados a la muerte, pero se ha pasado muy mal.
¿Las familias aceptaban las restricciones del estado de alarma?
En las incineraciones y cremaciones de los cadáveres con Covid solo podían estar tres familiares, dentro o fuera. Pero también se ha innovado para consuelo de muchos, con ceremonias celebradas en «streaming», por internet y se ha agradecido mucho. Este no es un sector lúgubre. Cada familia tiene sus necesidades y hay muchas que las están reclamando justo ahora.
¿Cuáles son las limitaciones ahora mismo, en la «nueva normalidad»?
Se pueden celebrar funerales con un 75% de aforo.
¿Los bomberos, los militares… tuvieron que trasladar cadáveres porque ustedes no daban abasto?
Solo sé de los militares de la Unidad de Emergencias (UME); no de los bomberos, que trasladaban fallecidos a las morgues. Es cierto que hemos tenido coordinación con las comunidades autónomas y la Administración estatal, pero también eché en falta que alguien nos consultase sobre que la UME iba a participar en el proceso de traslado de los fallecidos y cómo les podíamos asesorar. Nadie nos llamó y se hubiese producido de manera más eficaz.
¿Nos hemos olvidado de la importancia de su papel hasta ahora?
El otro día en la COPE una colega suya me decía «perdón por no hacerles mucho caso y gracias por su labor indispensable y esencial». Pues ese es para mí el resumen. No nos hemos sentido reconocidos, pero eso es lo de menos. Es cierto que somos el último eslabón de la cadena de la salud pública. En Panasef representamos el 75% de los servicios y nuestros profesionales se han dejado la piel en este trabajo.
«No nos hemos sentido reconocidos, pero eso es lo de menos. Somos el último eslabón de la cadena de la salud pública»
¿Hubo una orden ministerial para cremar los cadáveres con Covid?
La cremación era voluntaria. No tenemos datos oficiales de cuántos más se han cremado esta época, pero en el país hay grandes diferencias culturales: la media nacional es del 42%, pero en ciudades como Málaga son el 80% y en La Coruña un 20%. Durante la pandemia sí es cierto que ha aumentado el número de cremaciones respecto a las inhumaciones, pero es una tendencia que se va consolidando en España.
Por el volumen de trabajo registrado, ¿da como ciertos los 28.000 muertos que dice el Gobierno que dejó el Covid estos meses atrás?
No entramos en la polémica. El atasco ha sido monumental en los registros civiles, y no son números. Los nombres y apellidos acumulados son muchos.
En el capítulo de responsabilidades, ¿a quiénes apunta?
No voy a señalar a nadie, pero la clave y la causa de esa saturación conjunta ha sido la poca fluidez de la coordinacion de los sectores. La lección es que se debe contar con representantes en el Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, también del funerario. Se ha actuado tarde. Nos ha pillado a la mitad del partido, estamos en el descanso. Ahora estamos preparados para la reaperutra de las instalaciones. La sociedad entera necesita vivir sus ritos funerarios, lo han reivindicado personas de toda ideología y origen esta pandemia.